Dice la maestra:
—Te dije que escribieras este poema 10 veces para que aprendas a escribir y solo lo has hecho 7 veces.
Pepito le responde:
—Maestra es que tampoco sé contar.
Dice la maestra muy enojada:
—Pepito copiaste del examen de Juanito, ¿verdad?
—Maestra, ¿cómo lo supiste? —pregunta Pepito.
—Porque las 4 primeras respuestas están exactamente iguales, y en la última Juanito respondió: “No lo sé” y tú respondiste “Yo tampoco.”
La maestra le dice a Pepito:
—Me alegra ver que has mejorado la letra.
—Gracias maestra —dice Pepito—. Ahora va a poder ver lo mal que está mi ortografía.
Se dirige el maestro hacia Pepito:
—Pepito, ¿me puedes decir dos pronombres?
—¿Quién? ¿Yo? —respondió Pepito
—¡Excelente respuesta
—Maestra, ¿me pueden castigar por algo que no he hecho?
La maestra le responde muy sorprendida:
—¡Por supuesto que no Pepito, eso sería muy injusto.
—Está bien, señorita—responde Pepito—. Es que no hice la tarea.
La maestra se acerca a Pepito y le dice:
—Sabes muy bien que no puedes dormir en mi clase, Pepito.
Pepito le responde:
—Lo sé, señorita. Podría dormir si no hablaras tan fuerte.
Le dice la maestra a Pepito:
—Pepito, has llegado tarde a la escuela toda esta semana. ¿Sabes lo que eso significa?
—Sí señorita, significa que hoy es viernes.
La maestra de la escuela dominical le pregunta a Pepito:
— Pepito, dime la verdad, ¿dices tus oraciones antes de comer?
Pepito sonríe con orgullo:
—No, señorita, no hay necesidad, mi mamá cocina muy bien.
El maestro de historia le pregunta a Pepito:
—¿Dónde se firmó el tratado de paz francés de 1800?
Pepito le responde:
—En una hoja de papel, maestro.
En la clase de arte, la maestra les dijo a los alumnos que debían dibujar una vaca pastando en un prado. En cuestión de segundos, Pepito levantó la mano y entregó a la maestra una hoja de papel en blanco.
—Pero Pepito, ¿no dibujaste nada en la hoja? —dijo la maestra.
Pepito la mira la hoja y dice:
—Es que la vaca se comió toda la hierba y como no había hierba se fue.
¿Por qué Pepito puso su peluche en el congelador?
Porque quería un oso polar.
Pepito le pregunta a su mamá:
—¿Sabes qué te voy a comprar para tu cumpleaños? Te voy a dar una linda jarra de vidrio.
—Pero Pepito, yo ya tengo una jarra de vidrio —responde su mamá.
—Ya no porque la acabo de quebrar.